domingo, 20 de septiembre de 2009

CRÓNICA - JAY BRANNAN - ORANGE CAFÉ

Jay Brannan y su problema de ser guapo

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JAY BRANNAN – Orange Café – 19 de septiembre de 2009



Quizá, de primeras, suene extraño, pero, en nuestros días, ser guapo también pasa factura. Al menos en el mundo de la cultura. Esa cualidad que muchas veces abre puertas en tantos ámbitos de nuestra sociedad (no voy a decir nada sobre esta postura, que ahonden otros) también implica que el guapo de turno tenga que demostrar que, además de facciones bonitas, tiene talento. No siempre hay correspondencia entre una cosa y otra, aunque Jay Brannan, en su primera visita a España, demostró un talento notable que, eso sí deberá explotar y profundizar en un futuro para pasar en la mera evolución del tipo que se hizo famoso antes como actor ocasional que como músico.

Jay Brannan formaba parte del trío gay de la película Shortbus, que popularizó su imagen y le colocó como involuntario icono de la comunidad homosexual. No deja de haber un cierto morbo entre su público masculino (anoche, el noventa por ciento de los asistentes) que, como no, el músico aprovecha: bien, en sus frases: “Estoy buscando un novio español para conseguir validar mi pasaporte”, nada más empezar, o en sus orgásmicos (o sentidos, pero más bien orgásmicos) gemidos en su delicada versión de Zombie, de Cranberries, uno de los momentos más íntimos del concierto.



Brannan se mueve bien en el mundo de la música. Misma estrategia que nuestra autóctona Zahara. Mucha complicidad con sus fans utilizando las nuevas tecnologías, contacto directo con ellos y, sobre todo, y lo que importa, canciones sencillas, de aroma folk, de buena calidad y un valiente planteamiento en directo: Brannan y su guitarra (y, a veces, sin guitarra).

Era su primera vez aquí y dijo estar considerablemente nervioso. El resultado fue irregular, aunque satisfactorio para las doscientas personas que dejaron a medio gas el Orange Café de la capital. No paró de bromear en todo momento, de (intentar) hablar en castellano y, lo que tiene más mérito, salvar la papeleta del sonido, que falló cada cinco minutos. El público, condescendiente, pese a que su paciencia estuvo puesta a prueba constantemente, guardó absoluto silencio en algunos momentos, lo que hizo que anoche hubiera grandes momentos.



Le falta solera, pero Jay demostró ser un tipo decente, delicado y con buen gusto. Y sí, aunque no con nota, pasó la prueba de ser “algo más que un simple guapo”.

KIKE DEL TORO
FOTOS: RAMÓN MATÍAS

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