sábado, 3 de octubre de 2009

CRÓNICA - IGLOO - COSTELLO CLUB

Esta vez, sí

***1/2 / *****

IGLOO – Costello Club – 2 de octubre de 2009



Sin duda, no hay nada como rodar en directo por algunos festivales para que los temas de un grupo de la talla de Igloo impacten en directo de la forma que lo hicieron anoche en el Costello. Y eso que todavía les queda mucho camino por recorrer con este disco. Se aprecia en ellos un intenso trabajo de ensayo (lo tiene que ser, cada uno vive en una provincia de Galicia) y un gusto por hacer las cosas bien. Ahora bien, también una cierta sensación de que, de alguna forma, tienen que traspasar definitivamente el local de ensayo y soltarse (en todos los sentidos) en directo.

La de anoche era la segunda vez que veíamos a Igloo en la capital y la cosa fue muy distinta de la del pasado verano en la Fnac. Esta vez, el local sí era acústicamente válido para su concepto de concierto. Los cuatro ofrecieron un concierto contundente, de esos sin paradas, sin muchas (apenas dos) intervenciones.



Hablan poco. Quizá por vergüenza, quizá porque no tengan nada que decir. Soy de los que piensa que a veces la música basta por sí sola para comunicar cualquier tipo de sentimiento.

El generalizado en sus caras fue: primero, el de los nervios propios del inicio; el segundo, el de la descomposición facial de Beni cuando los acoples ensordecieron a los casi 100 fans que se congregaron en Costello; el tercero, (ya solucionado el asunto) el de agradecimiento y satisfacción por sacar el concierto adelante de una manera tan contundente y; el cuarto, el más esperado: su locura, su entrega total en Sin mentiras la canción que cierra el show y que se llevó la palma anoche.

Arrancó la velada (de una hora, minuto arriba minuto abajo) Veranos del Oso Bipolar (surgida de un intenso debate tras un capítulo de Perdidos – de todo puede salir una canción - ), y empalmaron con Azul casi transparente y Principio del fin. Su filosofía es ir de menos a más (como tantos y tantos grupos).



Desarrollo de la autoestima (nuevo single) no brilló todo lo que debiera. El sonido ahí no ayudó. Primero la voz de Beni era directamente inexistente. Después los ya mencionados acoples. Todo se arregló y llegó Shibuya y Todo bajo el cielo para olvidar los problemas técnicos.

Todos somos átomos fue el primer (gran) cañón de la noche. Un puntazo indie rock bailable que empezó a mover a los presentes y a calentar del todo a una banda en su mundo totalmente en este momento. (En su My Space puedes ver una alternativa de esta canción de lo más freak – pero buena, eh-).

Después Al otro lado del unvierso, la mejor canción del disco. La que lo abre. Imprescindible pieza de pop-rock psicodélico que va de menos a más (esto me suena) con una letra memorable al más puro estilo espacial de Bowie.



Se reservaron los dos temas más cañeros para el final. El pase de la muerte – que hasta suena en Los 40, ¡fíjate tú! - y la espectacular – y compartida en el disco con Maga- Sin mentiras en las que se suben por los amplis, se empujan, se emocionan (todo en el miniescenario de la sala). Hasta Beni baja a las primeras filas a agradecer la presencia de los asistentes.

Pues eso. La frialdad sólo va por fuera. Cuestiones acústicas aparte, un buen concierto de subidas y bajadas de una banda que debiera gozar ya del favor de, al menos, un poquito más de gente.

KIKE DEL TORO
FOTOS: RAMÓN MATÍAS
http://www.myspace.com/iglooeskimos

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