Contundente sesión de pop multidisciplinar
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LA QUINTA ESTACIÓN - Teatro Lope de Vega - 5 de octubre de 2009
No se puede decir que la tendencia generalizada en el mundo del pop mainstream de acercar la música a los teatros este otoño sea una cuestión romántica. Temerosos (todos) de dejar a medio gas los pabellones de las grandes ciudades, los artistas han optado por los auditorios y teatros de aforo reducido. ¿Pros? Todo suena mucho mejor, los asientos dan comodidad y afloran exagaradamente las virtudes (y las carencias). ¿Contras? Un teatro es una prueba difícil para cualquiera, también para La Quinta Estación, pero los madrileños afincados en México superaron holgadamente la prueba de la cápital con la presentación de “Sin frenos”.
Comercialmente, su mayor problema es que están en tierra de nadie. Muchos son los que les conocen e, involuntariamente, podrían tararear un buen puñado de sus canciones. Pero pagar una entrada por verles es un paso que no se da con la misma facilidad que con otros colegas de profesión. Con todo, anoche se animaron las 1.200 personas que abarrotaron el Teatro Lope de Vega (ni un hueco) un lunes y a precios nada populares.
Natalia, de figura refinada y felina salió puntual sobre las tablas del histórico recinto y tardó poco en hacerse con el escenario y el entregado respetable. Enfundada en un escueto body negro lució piernas (largúisimas) y voz casi por igual. Valiente arrancar con Que te quería, efectivo primer hit de su nuevo disco y detalle que dice mucho de la seguridad en sí mismos del dúo arrancando con todas las cartas sobre la mesa desde el principio. A continuación, La frase tonta de la semana, otra de sus piezas más conocidas y Esta noche no, en la que la cantante espetó su agradecimiento por el Sold Out y por la complicidad del público que coreaba las canciones más radiadas... y las menos.
Bastan dos canciones para comprobar que Natalia tiene una voz espectacular. (No es nuevo, sus discos dan postas de sobra). Potente, llena de matices y con una técnica más que apreciable que se esfuerza por mostrar (quizá demasiadas veces) a lo largo del show en las distintas facetas del grupo. Aquí los contras. Por muy espectacular que puedan ser sus cuerdas vocales, su credibilidad patina un poco cuando la banda hace alarde de su pedigrí rockero con una cantante poco acostumbrada a esos ejercicios de estilo.
La Quinta Estación, que son un grupo de dos, aunque su vocalista monopolice la atención, peca un poco de incoherencia en el conjunto del show. ¿Un solo de batería de tres minutos en un concierto de pop? ¿Ritmos tan secos de batería y guitarras cortantes con una voz tan melódica como la de Natalia? Eso sí. Se agradece que, aunque sea en versión mainstream, se intente revalorizar el folclore mexicano (muy desconocido por estos lares) con una cantante perfectamente dotada para tal oficio rememorando los tiempos mozos de la banda en los que este acercamiento era constante (la sombra de Rocío Durcal apareció en algún momento en No me dueles). Incluso una improvisación soul que muestra una faceta vocal negra de Natalia que desconocíamos (y que debería explotar más).
Impresiones aparte, el público no apreció ninguno de estos desajustes, tampoco los sonoros, porque esta vez no los hubo. Gracias, en definitiva, al loable esfuerzo del equipo de sonido que redimió el batiburrillo sonoro que aguó su inicio de gira en el Kusaal de San Sebastián dos días atrás. Mucho aguantó el público sentado. Pero fue empezar el tramo final y la compostura quedó en el olvido: Tu peor error, Sin frenos, Daría, El sol no regresa y El mundo se equivoca. Y todos (los 1.200) en pie y coreando al unísono como si no hubiera mañana.
En defintiva, una buena banda secundando un amplio catálogo de esfuerzos vocales (algunos espectaculares, otros más cuestionables) y unas canciones simples, accesibles que son, en su mayoría, bastante inferiores al nivel como cantante de ella y como músicos de la banda.
KIKE DEL TORO
FOTOS: RAMÓN MATÍAS
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