lunes, 29 de junio de 2009

CRÍTICA

El grupo cerró su temporada de conciertos en casa


Rock setentero latente y doliente

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FORTUNE TELLERS - Sala El Sol - 26 de junio de 2009

En un mundo idealmente justo, grupos como Fortune Tellers deberían copar titulares por méritos propios y no pelearse por llenar una sala de referencia la misma noche que otros conciertos multitudinarios captan toda atención mediática

Lo del viernes fue un fin de temporada entre amigos. Un hasta luego. Lo dijo Larri (batería) horas antes del show y era el ambiente que se respiraba. Ahora bien, los Fortune están en el proceso de cambio más profundo en el que se hayan podido ver en los seis años de carrera en los que se han pateado todo tipo de escenarios y la sombra de “lo nuevo” estuvo presente en todo momento.


A priori, tienen todo los ingredientes necesarios para llamar la atención. Canciones elétricas, de no muy larga duración que beben del rock de los 70, de la mitomanía (y melomanía) de sus autores, estructura cuadrilátera bien definida y además una extraña sinergia cuando se suben al escenario los cuatro.

Sergio no es Pete Townsend, pero él lo sabe, y desde su parecela se desgañita para ser uno de los frontman más creíbles del underground hispano más allá de etiquetas estéticas del mundo de Quadrophenia. Javi aporta ese lado sunshine pop de los 70 con marca hammond en unas piezas brit pop que si hubiesen sido concebidas diez años antes (y fuera de España claro) venderían unidades como panes. Larri y los disparos cortantes de su batería y

Tomás y su electrizante bajo completan una formación que se crece en vivo.



No fue un show de despedida al uso, sino un adelanto de lo que viene. Establecidos en todo momento en esa bifurcación en el que sus temas de siempre suenan de puta madre y los nuevos pelean por no caer en el abismo de la ausencia de credibilidad, el concierto estuvo bien, pero no se salieron. Estuvieron compenetrados (demasiado para los pocos shows que han surgido este año) e hicieron lo que mejor saben hacer: tocar, contundentemente, desde el respeto a la música y desde sus estantes llenos de grupos.

Cierto que el sonido no acompañó en la primera parte del concierto, pero a la vez que ellos, fue ganando enteros a medida que avanzaba la cosa. Las 250 personas que dejaron la sala con media entrada salieron satisfechos y convencidos de que habían visto a una buena banda en directo. Y así fue. Lo mejor que se puede decir de ellos es que técnicamente tienen un nivelazo conseguido a base de curro en el local y, por lo que vimos el otro día, su capacidad de innovación en estos tiempos les coloca en una posición claramente ventajosa.



Ahora se encerrarán en el local de ensayo y de sus largas sesiones saldrá un tercer disco que se plantea en castellano. Para ellos es un reto, el más ambicioso de los que han tenido a lo largo de su trayectoria. Veremos que ocurre.


KIKE DEL TORO
FOTOS: RAMÓN MATÍAS

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