miércoles, 11 de noviembre de 2009

CRÓNICA - PABLO DACAL - SALA GALILEO GALILEI

El encanto (argentino) de un pequeño genio

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PABLO DACAL - Sala Galileo Galilei - 11 de noviembre de 2009


Sabemos que en España no se estilan esas reuniones esporádicas entre nuestros músicos que luego desembocan en proyectos exclusivos y minimalistas de esos que encandilan por su originalidad o exclusividad. Al menos, de cara a la galería. Ahora mismo, no podría decir a ciencia cierta el número de discos que tiene en su haber Pablo Dacal, el majete bonarense que nos ocupa hoy. Tampoco su ilimitado currículum de colaboraciones y proyectos relacionados con el arte. Y, he de decirlo, me encanta que un artista pueda sorprender en más de una faceta.

En otros países (especialmente los sudamericanos) la multidisciplinar(iedad) está a la orden del día -a recordar el proyecto puntual más bestia de los últimos años: Tribalistas-. Salvo contadas ocasiones, aquí los grupos no suelen mirar mucho más allá de su ombligo. Quizá por eso cuando nos llega algo de fuera con estas características se coge con especiales ganas.



En Argentina, por poner el caso que hoy nos ocupa el oficio de artista en todas sus facetas está a la orden del día. Para demostrarlo: Pablo Dacal: escritor, poeta, compositor y músico. Toca el bajo en una banda con Xoel López, coordinó una orquesta para reconvertir alguno de los temas que concibió para su él mismo y su guitarra. Incluso se ha ocupado de la composición de una banda sonora. Su último experimento: La era del sonido (en España, en Argentina está a punto de salir un nuevo trabajo que ha grabado con tres cantautores autóctonos: Viajantes -Juan Jacinto, Manuel Onis y Alfonso Barbieri -) es el que presentó anoche en Galileo Galilei.

Y es que cuando uno ve a un individuo subirse al escenario para recrearse en los numerosos y maravillosos recovecos de su oficio, el aplauso sale inmediato. Pablo puede salir a tocar sólo con una guitarra. Acompañado de Nacho Mastretta en el clarinete o de Lucas Frasca al piano. Incluso se le puede ir la cabeza con la letra que más evidencia su posición en este mundo: Desorientado, y cantar a capella ante el escaso público que anda por el Galileo Galilei el miércoles noche.


Dacal no es un gran cantante. Pero tampoco le hace falta. Transmite la suficiente sensibilidad y credibilidad como para mantener la atención del respetable (por el público el uruguayo – y escarizado- Jorge Drexler) Tiene un fraseo argentino de esos que te pueden hacer babear o patear al autor del mismo cuando lleva haciendo uso de él más de quince minutos. No es Calamaro, aunque no creo que quiera serlo. Tampoco Coti. Pablo pertenece tanto a la escuela dandyesca que corona Adanowosky, como al estilo más clásico de Charly García. Y a la vez, es él mismo por encima de cualquier referencia exógena.

A lo largo de hora y veinte suenan El mundo del espectáculo, La guitarra y el bolsón, Ella ya está en la playa (curioso trabalenguas – la noche anterior como telonero de Lovely Luna bromeó sobre lo difícil que le resulta pronunciarlo-). O Zamba del fin del mundo, especialmente sentida y oscura, en su versión con Dodó. El fin de fiesta lo protagonizó Max Capote cantando con Dacal eso de “A la gente no le gusta que uno tenga su propia fé…


Falló la asistencia. La hostia económica de la organización presuponemos será de aúpa (40 personas), pero cuando se hacen las cosas bien, queda un regusto amable que hace que, desde nuestro pequeño espacio, te recomendemos que escuches a este hombre e indagues en toda su trayectoria. Y no tiene una carrera usual. Avisados estáis.

KIKE DEL TORO

FOTOS: por cortesía de FERNANDO PAVILLARD (RADIO GLADYS PALMERA)

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