domingo, 12 de julio de 2009

CRÓNICA

Casi 3 horas de concierto en el arranque de la gira de despedida de Miguel Ríos

El rock de una gélida noche de verano

*** 1/ 2 / *****

Miguel Ríos y amigos – Hoyos del Espino (Sierra de Gredos) – 11 de julio de 2009





Los ocho grados que marcaba el termómetro en el pueblo de la Sierra de Gredos presagiaban lo que iba a ser una fría velada de rock and roll perpetrada por el gigante del género en español. Lo cierto es que, aunque en líneas generales, fue un buen inicio de gira, no se puede decir que todo fuera sobre ruedas en el pistoletazo de salida de la anunciada retirada de los escenarios de Miguel Ríos.

El sexagenario, acompañado de alguno de los mejores artistas del pop-rock nacional, congregó a 9.500 personas en la Sierra de Gredos, una buena entrada que, sin embargo, quedó lejos de las expectativas iniciales de la organización que esperaban hasta 14.000 fans en la puntual cita.

Su limitada capacidad compositiva, y, por qué no decirlo, su excesivamente acomodática posición en un género diseñado para transgredir y saltarse las normas han hecho que Ríos no haya sido tan respetado con el paso del tiempo como Neil Young, Springsteen u otros coetáneos internacionales. Aún así, queda claro que Miguel es el rockero por excelencia en este país y para disfrutar de esta gira como un enano sólo hay que hacer una cosa: admitir que esto no va a ser un nuevo Rock and Ríos.

El sonido, defectuoso en el primer tercio del concierto, fue la gran crítica de los asistentes. Los gritos de ¡No se oye! debieron de llegar a los técnicos de sonido, ya que a medida que avanzaba la noche, la cosa fue mejorando considerablemente.




Anoche, durante casi tres horas Ríos repasó lo mejor de todo su repertorio dando un especial protagonismo a Bienvenidos (su reciente tributo) y Sólo o en compañía de otros (de 2008). Y lo mejor de todo es que, aún cantando 33 canciones, hubo temazos que se quedaron en el tintero.

Para tal ocasión, el granadino fue acompañado hasta por doce artistas de desigual nivel y mucho más irregular resultado en el escenario. La tanda de colaboraciones la abrió Jorge Salán, de Mago de Oz, al que Ríos presentó como un guitarrista excepcional. Mikel Erentxun le acompañó en el que, en palabras suyas, fue su primer éxito y Ana Belén cantó con él España, camisa blanca de mi esperanza, que Hoyos del Espino aplaudió fervientemente.

Quique González se llevó varias ovaciones. En primer lugar porque Ríos cantó Bajo la lluvia, del compositor madrileño, de una belleza inmensa. Y en segundo lugar, porque su dúo, con un González definitivamente alejado del pie de micro y con un carisma de estrella de rock mucho más acentuado encendió el recinto como hasta ese momento no se había conseguido. La debutante Rebeca Jiménez no fue la Reina de la noche, pero ella es tan buena y salió con tanto respeto que para quien esto firma fue la verdadera sorpresa de la velada.

Cruce de bondades y halagos entre Álvaro Urquijo y el protagonista en El blues del autobús y varios momentos álgidos en los bises. Rubén y Leiva demostraron que están en su mejor momento levantando Gredos con Rock and Roll Bumerang. Debieron de cumplir un sueño, pues tocaron junto a Johnny, de Burning y el propio Ríos el Mueve tus caderas.

Quizá por la letra, Todo a Pulmón, con una emocionante interpretación de Carlos Goñi, cobró un sentido especial anoche y rompió, al que quedara, la invernal sensación de la noche, en todos los sentidos.



La cosa no fue redonda. Durante buena parte del show la gente estuvo muy paradita. Mucho tiene que ver que la gira no puede estar rodada. Pero no importó. Es la última vez que se verá sobre un escenario al pionero del rock en este país. Probablemente se recordará como una gira con más buenas intenciones que espectaculares resultados. Pero la emoción, para cualquier individuo que le guste un poquito la música, aflorará en más de una ocasión durante el concierto.

KIKE DEL TORO
FOTOS: RAMÓN MATÍAS

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