miércoles, 15 de julio de 2009

CRÓNICA

El madrileño Luis Ramiro presentó de nuevo "Dramas y caballeros" ante casi 200 personas

Redefiniendo el concepto "cantautor"


*****

LUIS RAMIRO - Sala Galileo Galilei (15 de julio de 2009)


Por poner un símil gastronómico, voy a empezar hablando hoy de espinacas. No se extrañen, enseguida lo van a entender. Para el gourmet entendido no entra igual cuando se presentan como si una masa verde y seca se tratara que cuando forman parte de una perfecta lasaña delimitada y definida por sus capas. Lo que quiero decir, es que, a veces, la apariencia no distrae el eje de lo que importa, sino que lo complementa y lo mejora.

De esto sabe mucho Luis Ramiro, un tipo corriente, de esos que si le ves por la calle no destaca especialmente por nada. Eso sí, en el escenario todo es distinto. Sus letras emanan frescura, sus rimas tienen soltura y fluidez y se agradece que en todo momento huya de la naftalina que desprenden muchos productos del género cantautoril.

Su disco supera holgadamente la frontera de la corrección, pero viéndolo anoche en directo, se queda muy, muy pequeño. Y eso, para un artista, es uno de los mejores piropos que se le pueden hacer. 180 personas (su manager dice que habitualmente mete 350 en esta sala) fueron anoche a verle a la Galileo Galilei y creo que pocos pudieron arrepentirse de pagar entrada.


Un escenario elaborado (pero sencillo) compuesto de un sofá, un perchero y muchas velas (rojas) ayudaron a crear la atmósfera perfecta para la interpretación en directo de un repertorio desigual, adaptado en su mayor parte con un piano y una batería.

Pero no sólo fue el escenario lo que brilló anoche. No se si conscientemente, Ramiro soltó perlas de todos los colores utilizando muy inteligentemente el humor. Homenajeó a Michel Jackson, habó de lo difícil que es follar en estos tiempos, de la tendencia natural del hombre (y de la mujer) a mentir. Y sí. También tocó quince temas sin bajones, con la emoción justa en cada momento y la delicadeza propia de alguna de sus piezas.



Feedback increíble entre aclamadores y aclamado. Silencio sepulcral en los temas más acústicos y sonrisas melancólicas si girabas la cabeza 180 grados. "No siempre se encuentra así de a gusto sobre el escenario" decía Alex, su pianista, al acabar. La cosa ayer quedó en familia y el concierto tuvo ese no se qué que hace que la correcta ejecución de los temas sea sólo un detalle insignificante entre tanta genialidad: escénica, estética y humana.

EL DETALLE: El pianista Álex Martínez interpretó uno de sus temas de su proyecto paralelo.


KIKE DEL TORO

No hay comentarios:

Publicar un comentario